Cuando me topé con la imagen de tu desnudo
allí me quedé mirando
sin poder hacer ni decir nada,
sin querer hacerlo.
Cien años de perdón
se me brindaron
en un sólo gesto
mirar tu cuerpo.
Tu sonrisa se cruzó con la mía,
guardabas la mirada del cielo
en unos ojos de felino salvaje
que custodian el eterno.
Tu impulso acercó los rostros
para un apasionado beso.
Entonces me di cuenta
que el desnudo
era el de mi alma
y no el de tu cuerpo.
Te sentí tan cerca…
Querido mío,
cuán ecuánime resulta el resultado
de nuestro idilio lejano
en el que ambos vivimos
el resurgir del hado.
Ahora, mientras tu vagas ignorante
como humano en la tierra
sin saber que eres Ángel
yo camino en los cielos como Diosa
olvidando que fui persona.
Por amor intenté olvidarte
tras tus palabras contundentes
de “adios completamente”.
Pero el recuerdo de tu persona
se me ofrece al alba
como quien susurra en la noche
como quien te aguarda.
Intento anularlo, pero se escapa,
se escapa entre los besos y abrazos de otros
que no me sirven…
que ya ni busco…
pues tu presencia anegó mi alma.
Cielo en la tierra,
placeres de dioses vividos
en las carnes más sinceras.
Perdóname si alguna vez mi recuerdo
vuelve a tus pensamientos
Intento evitarlo,
intento olvidarlo
Tras tu solicitud de libertad
frené la mía de amarte
y por amor a ti
me fuerzo a olvidarte.
A dios le pedí tu olvido
sin saber que tú eras mi divino…
Y ahora en el reposo de las noches
esos ojos de aborigen me persiguen
No importa,
quien sabe,
ni tu mismo…
Mis manos guardan
la memoria de tu piel
y esperarán en el eterno
como te dije
aquel nuevo abrazo.
aquel nuevo abrazo.
Precioso Claudia…