Una mujer de pies descalzos
caminaba suavemente sobre la tierra,
las plantas de sus pies rosados
se iban posando una tras otra
sobre la tierra húmeda del camino.
La cadencia del movimiento
balanceaba sus caderas a compás
mientras rozaba el viento
con el vaiben de sus manos.
Un poco más arriba
se veía el movimiento de su respirar
en un pecho que subía y bajaba
abrazando la constancia del latir.
Su corazón palpitaba la vida
reflejada en el rubor de sus mejillas
mientras, bajo su sonrisa,
entonaba una melodía.
Con ojos despiertos y el pelo revuelto
sin darse cuenta iba cantando
la danza de su movimiento.
Así, sin darse cuenta,
la melodía de su voz
impregnaba de ondas el viento.
Así, sin darse cuenta,
en el balanceo de su movimiento
jugaba con las luces
y los reflejos sobre su cuerpo.
Así, sin darse cuenta,
las huellas de sus pisadas
quedaban registradas en el suelo.
*** *** ***
Ella no lo sabe,
han pasado muchos tiempos y no sabe
que la luz, la tierra y el viento
guardan su recuerdo.
No, no lo sabe
que hoy cuando el viento sopla
entona la melodía de su antigua danza
aquella que sin darse cuenta cantaba.
Ignorante sonríe hoy
a la luz del sol sobre su cuerpo
que la invita a pisar de nuevo
descalza sobre la tierra
esa, su eterna y melodiosa caminada.
*** *** ***
Una mujer, esa… una… todas.
Nuestra andanza es antigua,
tanto como el latir de nuestros corazones
y la tierra nostálgica nos lo recuerda
para que volvamos entonar con fuerza
nuestra armoniosa melodía.
Cada una de nosotros,somos Grandes mujeres y sin darnos cuenta dejamos huellas en cada paso que damos. Grandes mujeres que podemos con Todo,grandes mujeres increïbles!gracias por compartir tus palabras!